En las calles sin
salida no existen indicaciones.
Sólo impulsos eléctricos
que nos despiertan de una descarga.
tan primarios como
necesarios.
Adrenalina que se inyecta
a sí misma
en el angosto cruce de
las decisiones.
Tambalean los
pensamientos coherentes
y nos seduce el miedo de
la puerta disimulada.
Abajo las normativas y
las guías de autoauxilio
conspirando durante
nuestros segundos de espera.
Y la sorpresa se nos
antoja un destino necesario.
El cambio:
tan imprescindible como
la vida
y tan inherente como la
Muerte.
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