La curiosidad mató al gato. Eso dicen. Aunque allí estaba, de
espaldas a mí e ignorando su propio pasado. Mientras tanto, yo poseía la
llave de la memoria, de la suya también. Sin tener la mínima sospecha
de la enorme carga que tenía detrás suya, sorbía un café casi
frío, observando una calle repleta de gente a través de la ventana. Distraída
en tan vago entretenimiento, apenas se interesaba por un
mundo que no paraba de dar vueltas a su alrededor.
Me
asaltaron recuerdos que habían permanecido semienterrados durante mucho tiempo,
frases sueltas pero contundentes, imágenes borrosas... Hace años todo habría
sido un sinsentido: un revoltijo de personas y situaciones sin relación
aparente, de rumores poco creíbles. Hoy todo cobra sentido. Y hoy era
precisamente el día.
Estaba
realmente hermosa. De vez en cuanto se giraba para curiosear lo que sucedía en
el exterior o para lanzar una mirada al vacío. Sonreía a la nada y era entonces
cuando la luz que penetraba a través del cristal la acariciaba con delicadeza.
No había presenciado un momento tan bello en toda mi vida.
Un martes
cualquiera me decidí a escribirle explicándole "todo". Un sobre
sin remitente llegó a sus manos convirtiendo un todo en demasiado. Porque
descubrir un buen día que tu vida es una farsa, que tus padres únicamente
representan un papel disfrazando la realidad, te sacude como si fueses un trapo
viejo hasta quedarte helada. La verdad en esta ocasión tiene un precio
extremadamente alto. Y hasta el momento en el que las palabras se agolpan
en un trozo de papel haciéndote partícipe de una historia para tí desconocida,
hasta el momento en el que llegas a dudar de tu propia existencia, lees
incrédula unas frases que se van clavando en el pecho lentamente. Empiezan las
dudas, el interés por ir más allá, las preguntas, el final que es el
principio... La verdad no puede ocultarse eternamente.
Ignoro si
ellos conocían la verdad o simplemente han sido cómplices de la mentira, si
habían llevado a cabo la adopción en condiciones legales y eran otros los
impostores, si sabían que dos hermanas habían sido separadas sin piedad alguna.
Tampoco quiero averiguarlo, porque todo lo que hasta ahora daba sentido a mi
vida acabaría congelándose por completo, incluida yo misma. Hasta hacerme
inmune.
Habían
pasado meses desde que yo recibiese una carta similar. Y ese martes cualquiera
creí necesario escribirle. Solo a veces la ignorancia nos hace felices. Pero
ella merecía saber de mi existencia: me tenía a mi. Una niña robada más... un
alma robada porque nadie le devolverá una vida que le pertenecía: la auténtica.
Me
levanté por fin. No existía músculo en mi cuerpo que permaneciese inmóvil.
Lentamente me acerqué a ella. Miles de veces imaginando un instante y ahora
pasaría al recuerdo, a ese baúl de la memoria. Apoyé tímidamente mi mano en su
hombro, temerosa de que aquel contacto físico quebrase el momento en pedazos...
Se volvió para dedicarme una sonrisa. Era la primera vez que me miraba a los
ojos. Hoy por fin todo cobra sentido. Y hoy era precisamente el día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario