sábado, 15 de enero de 2011

Y llegó Enero.

Y terminaron ya las fiestas, con sus temibles comidas y quebraderos de cabeza del tipo ¿y que le voy a regalar? es que tiene de todo… ay, tengo el estómago, estas comidas me matan. Y es, en su origen, una fiesta entrañable, con reuniones familiares y de amigos. Y como no, el Feliz año!, emana de cada boca como un suspiro. Junto con palabras llenas de propósitos y buenas intenciones, nos encontramos en medio de compromisos familiares, regalos obligados, barrigas llenas y bolsillos vacíos. La caja tonta nos inunda con un sinfín de propuestas comerciales al son de comprátelo todo y comprátelo ya!! Tras la etapa otoñal, cuya publicidad nos invitaba a coleccionar de todo (hasta rosarios de la Aurora) llegan los perfumes y los bombones de la Preysler.
Y venga para acá y para allá... Y a comprar papel de regalo en el chino, y tirarlo finalmente porque es malo que no veas. Y a encontrar el parking del centro comercial con una cola interminable, y otra cola interminable para pagar dos cositas de nada, y luego a volver a hacer cola otra vez.... Buff, ¡Santa Paciencia nos acoja!
Por circunstancias personales, este año apenas he pisado un establecimiento para comprar presentes navideños… Aún recuerdo el último perfume que regalé: numerosos estantes llenos de botecitos de cristal de diferentes colores y borrachera de olores en la nariz… que si esta es más dulce, esta es un poco más fuerte.. ay, no, que esta es como muy de señora mayor… Y a mi lado mi acompañante grita: ¿Quieres Comprar ya?! Que son colonias, ¡todas huelen bien! ¿Y que decir de los menús? Cuando uno se intenta recuperar de la cena de nochebuena, toca otra comida, luego picoteo con amigos, unas cañas, vuelta al fin de año… madre mía, ¡normal que uno se canse! Que la gula es un placer pero también un pecado, sobre todo en estas fechas…

En fin, corramos un tupido velo. Con ello no os llevéis la idea equivocada de que aborrezco la Navidad, no es cierto. Simplemente me ha dado cuenta, año tras año, que al final se convierte en unos días puramente comerciales. Eso sí, yo me quedo con la parte entrañable de estas fechas, el estar con mi gente y arroparme con los míos. Eso es con lo que yo me quedo.