lunes, 20 de agosto de 2012

Locura


"¿Serás capaz?", le reprendía su otro yo, un reflejo inerte y borroso. Pero ya era tarde. Unas voces, ahora lejanas, le habían hecho cometer el más terrible de los actos... Y sin la mínima gota de remordimiento, escuchaba como aquella voz angustiada, que se hundía por momentos, le reprochaba su locura. Cargando con el peso moral que no le correspondía, el reflejo de sí mismo se hundió hacia lo más profundo, para no volver jamás...

sábado, 18 de agosto de 2012

Sin pasado

La curiosidad mató al gato. Eso dicen. Aunque allí estaba, de espaldas a mí e ignorando su propio pasado. Mientras tanto, yo poseía la llave de la memoria, de la suya también. Sin tener la mínima sospecha de la enorme carga que tenía detrás suya,  sorbía un café casi frío, observando una calle repleta de gente a través de la ventana. Distraída en tan vago entretenimiento, apenas se interesaba por un mundo que no paraba de dar vueltas a su alrededor.
Me asaltaron recuerdos que habían permanecido semienterrados durante mucho tiempo, frases sueltas pero contundentes, imágenes borrosas... Hace años todo habría sido un sinsentido: un revoltijo de personas y situaciones sin relación aparente, de rumores poco creíbles. Hoy todo cobra sentido. Y hoy era precisamente el día.
Estaba realmente hermosa. De vez en cuanto se giraba para curiosear lo que sucedía en el exterior o para lanzar una mirada al vacío. Sonreía a la nada y era entonces cuando la luz que penetraba a través del cristal la acariciaba con delicadeza. No había presenciado un momento tan bello en toda mi vida.
Un martes cualquiera me decidí a escribirle explicándole "todo". Un sobre sin remitente llegó a sus manos convirtiendo un todo en demasiado. Porque descubrir un buen día que tu vida es una farsa, que tus padres únicamente representan un papel disfrazando la realidad, te sacude como si fueses un trapo viejo hasta quedarte helada. La verdad en esta ocasión tiene un precio extremadamente alto. Y hasta el momento en el que las palabras se agolpan en un trozo de papel haciéndote partícipe de una historia para tí desconocida, hasta el momento en el que llegas a dudar de tu propia existencia, lees incrédula unas frases que se van clavando en el pecho lentamente. Empiezan las dudas, el interés por ir más allá, las preguntas, el final que es el principio... La verdad no puede ocultarse eternamente.
Ignoro si ellos conocían la verdad o simplemente han sido cómplices de la mentira, si habían llevado a cabo la adopción en condiciones legales y eran otros los impostores, si sabían que dos hermanas habían sido separadas sin piedad alguna. Tampoco quiero averiguarlo, porque todo lo que hasta ahora daba sentido a mi vida acabaría congelándose por completo, incluida yo misma. Hasta hacerme inmune.
Habían pasado meses desde que yo recibiese una carta similar. Y ese martes cualquiera creí necesario escribirle. Solo a veces la ignorancia nos hace felices. Pero ella merecía saber de mi existencia: me tenía a mi. Una niña robada más... un alma robada porque nadie le devolverá una vida que le pertenecía: la auténtica.

Me levanté por fin. No existía músculo en mi cuerpo que permaneciese inmóvil. Lentamente me acerqué a ella. Miles de veces imaginando un instante y ahora pasaría al recuerdo, a ese baúl de la memoria. Apoyé tímidamente mi mano en su hombro, temerosa de que aquel contacto físico quebrase el momento en pedazos... Se volvió para dedicarme una sonrisa. Era la primera vez que me miraba a los ojos. Hoy por fin todo cobra sentido. Y hoy era precisamente el día.



viernes, 3 de agosto de 2012

Recortando libertades

    Llevamos meses sufriendo un bombardeo incesante de noticias anunciando recortes. Uno tras otro. Sanidad, educación, información… La política del gobierno actual ataca donde más le duele a una ciudadanía que, desgradaciadamente, ya tiene demasiadas preocupaciones. Poco puede importarle a un parado el importe cotizado anteriormente si, cuando tiene la necesidad de cobrar el subsidio, se encuentra a los seis meses con un recorte del 50%. Indignante. Nos espera un futuro realmente desalentador. Si nuestros padres y abuelos pasaron miserías y se alegraban porque vivíamos “tiempos mejores”, nosotros tendremos que contener nuestra rabia al ver como gran parte de las mejoras que otros han conseguido, con sudor y lágrimas, se vayan desvaneciendo lentamente.  
En medio de una prima de riesgo que se dispara por momentos y el interminable conflicto económico en la zona euro. Entre todo este caos informativo, aparece un titular que nos vuelve a dejar boquiabiertos. Nuestro ministro de justicia tiene la brillante idea de proponer una reforma en la actual ley del aborto. Y, una vez más, nos vuelven a tocar donde más nos duele. Porque si hace unas semanas se anunciaban recortes en la actual ley de dependencia, hoy Gallardón planea endurecer la ley de interrupción del embarazo pretendiendo no incluir, como venía siendo hasta el momento, los casos de malformación en el feto. E impedir la capacidad de decisión de cada mujer, obligando a traer a este mundo a un niño con serios e irreversibles problemas de salud que condenarían su vida al fracaso. Por supuesto, no estoy hablando de grados de discapacidad en niños que perfectamente puedan llevar una vida digna, sino de malformaciones que desembocan en enfermedades sumamente graves, haciéndole pasar un auténtico calvario. Y no hablemos del dolor, de las intervenciones quirúrgicas, de las idas y venidas a un hospital que se convierte en su segundo hogar. Y no mencionemos las numerosas ocasiones en las que la vida del niño se apaga a los escasos años de nacer. Yo estoy de acuerdo con la vida, pero así no.
Cada uno es muy libre de opinar y, en consecuencia, de decidir. No pueden arrancarnos ciertos derechos que han costado lo suyo. Así, sin más razones, volveremos a leyes retrógadas y ultraconservadoras. El PP gobernará España pero mi cuerpo lo gobierno únicamente yo. ¡Ya está bien! Aunque si nos remontamos a la era PSOE, que reformó la ley que está vigente a día de hoy, nos daremos cuenta de que estaba clarísimo que el gobierno actual trataría de reformar y restringir la actual política sexual y reproductiva. Por aquel entonces el PP llegó a decir que el número de abortos aumentaría considerablemente y que, en muchos de los casos, las mujeres lo habrían hecho no por decisión propia, sino coaccionadas por su familia o su situación económica. Lo que pone en duda la capacidad de una mujer de tener criterio propio ante una situación de este tipo. No digo más: el colmo.
En pleno s. XXI, la era de la tecnología, de la comunicación instantánea, de la información a tan solo un clic, nos damos cuenta de que cuanto más conocemos, menos idea tenemos de nada. Toda información ha pasado antes por numerosos filtros. En lo que llevamos de año, nuestro país ha sufrido importantes cambios y eso ha provocado una gran afluencia informativa en muy poco tiempo, algo cuidadosamente estudiado. Porque aunque estamos muy pero que muy quemados, en seguida desviamos la atención de lo ocurrido anteriormente, aquella noticia que era una aberración, para centrarnos en las nuevas y mucho más pesimistas. Y el gran perjudicado es precisamente el que más lo necesita. Los recortes en sanidad y educación son un auténtico escándalo. Todo el mundo tiene derecho a un sistema sanitario decente, a una enseñanza digna, a un total acceso a la cultura. Se trata de igualdad de oportunidades, y no de hacer exclusivo a una minoría algo que nos pertenece a todos. Todo esto no es más que el comienzo. Intentan crear una sociedad inculta pero, sobre todo, con miedo. Nos lo están metiendo en el cuerpo, a cada minuto. Porque es mucho más fácil dominar a una sociedad atemorizada.
Y en su ascenso a la cumbre se suben al siguiente escalón: recortando nuestras libertades, intentando cerrarnos la boca para decidir por nosotros. Es la mujer quien se plantea el hecho de traer o no un hijo a este mundo. Es ella quien decide cuándo disfrutar de la maravillosa experiencia de ser madre sin que suponga una obligación. Que no nos prohiban nunca la capacidad de decidir. Que no nos impongan nunca la ley del silencio.