martes, 14 de junio de 2011

Un banco singular

Hace varios días observé algo curioso, algo que rompía la lógica del planteamiento urbano: Un banco de madera, de los que llenan nuestras calles, tapizado como si se tratase de un sofá doméstico. Esta customización no deja de sorprenderme. Hasta ahora, el grafiti era un elemento habitual del adorno público pero, como podéis comprobar, el ser humano es imprevisible. Probablemente muchos lo habréis visto. O quizás éste no sea un fenómeno aislado y se convierta en toda una tendencia. ¡Quién sabe!
       ¿El responsable de modificar este elemento público? He escuchado de todo. Incluso se ha llegado a decir que ha sido el mismo gobierno local para promocionarse en las pasadas elecciones. Lo que es totalmente absurdo: habrían escogido una tela más adecuada, ¿no? Yo soy de los que atribuyen este hecho a un grupo de octogenarios que, tras multitud de horas invertidas en dicho banco, han decidido hacerlo más cómodo y hogareño. ¿Quién no ha acumulado horas de recreo adolescente en un banco similar? Llegada la vejez, nuestros mayores se encuentran en un momento de su vida más relajado y contemplativo. Desde este banco, en medio de tertulias vespertinas, observan la vida de otros mientras se intercambian historias pasadas. Son personas que tienen mucho que contar: han vivido varias guerras y situaciones adversas que nosotros ni imaginamos.       
Así pues, este elemento ha sido muy importante. Sólo hay que echar un ojo al mundo del celuloide y ahí tenemos el ejemplo de Forrest Gump. ¿Quién no recuerda la famosa escena de “la vida es como una caja de bombones” mientras el protagonista espera en un banco? Incluso Aquí no hay quien viva dedicó un capítulo a este elemento, en el que los vecinos “cotilleaban” las situaciones que se vivían en él. Es por eso que este elemento ha dado –y seguirá dando- mucho juego. Probablemente esta sea una de las razones por la que otorgarle el nombre de "humanización" a la masiva aparición de bancos en nuestra ciudad.