Bailar aunque no suene la música, eso sí que tiene mérito. Porque las notas forman corrientes en el aire, siempre, aunque no se escuchen. El mundo frena en seco a veces y, sin embargo, hay melodías que continúan sonando. ¿Escuchas? Quizás subiendo el volumen se apaguen otras voces, que suenan a canción triste. Lo mejor sería que lloviese y, así, al más puro estilo Gene Kelly, desafiar por fin a las tormentas.