Si no la has visto, no leas estas líneas. Mírala, degústala… y después comparte tu opinión.
No podía
dejar pasar la oportunidad de hablar de una de las mejores películas que he
visto últimamente, una de las grandes: El
secreto de sus ojos. Juan Jose Campanella, basándose en la novela La pregunta de sus ojos, de
Eduardo Sacheri, ha conseguido una obra cinematográfica sublime. La
película mezcla ingeniosamente thriller, drama, historias de amor, y también
amistad, e incluso pizcas cómicas gracias al gran Guillermo Francella.
No voy
hacer ningún resumen de la película: quiero que la disfrutéis. Porque es para
saborear cada momento, cada detalle sutilmente cuidado. Por eso, si no la habéis visto aún, Stop! A continuación puede haber alguna
pista que rompa el encanto.
Una
estación de tren. Miradas que se encuentran y se despiden. Una melodía
delicada, a flor de piel… Así comienza esta bella historia, llena de
sentimientos no encontrados, no reconocidos, pero que están ahí y se palpan.
Quedé enamorada desde el primer momento de ese juego de miradas entre Benjamín
e Irene, con esa expresividad que lo dice todo sin decir nada. Tengo que
resaltar a Soledad Villamil, con su belleza sin artificios, su mirada
limpia, serena. Junto con Darín forman un tándem interpretativo perfecto.
La
estación de tren: un lugar de idas y venidas, de reencuentros y despedidas.
Aparece en varias ocasiones durante la pelicula: para decir hasta luego, o
quizás adios, para abrazarse, emocionarse. O quizás para esperar a alguien que
jamás va a aparecer.
Y las
miradas vuelven a confluir en las viejas fotografías, recuerdos de una época ya
vivida. Ricardo Morales es el marido de Liliana Colotto, una joven que aparece
brutalmente asesinada y que constituye el punto de partida de la trama.
Benjamín queda inmediatamte fascinado por el amor incondicional de Ricardo a
Liliana: “sus ojos llenos de amor puro, un amor sin el desgaste de lo
cotidiano, de lo obligatorio”. En aquéllas imágenes en blanco y negro, Benjamín
Exposito descubre a Isidoro Gómez, un antiguo amigo de Liliana. Y la imagen le
confiesa a un hombre peligrosamente obsesionado por la joven.
Y
posteriormente veremos como el mismo Benjamín aparecerá embelesado por una
Irene de otra época, en unas imágenes en las que aparecen juntos. “Mi
vida entera es mirar hacia adelante, nunca atrás. No es mi jurisdicción”, Irene
a Benjamín.
La
historia se ambienta en una de las etapas históricas más oscuras de Argentina.
Todo sucede dentro de un entramado de corrupción jurídica, donde lo único
importante es colgarse galones. Como Romano, el rival de Benjamín, para el que
no existe moral alguna, ni remordimientos. Y los protagonistas deben luchar
dentro de un terreno lleno de arenas movedizas. No puedo
olvidar dos momentos impactantes de la película, llenos de tensión. Uno de
ellos es la escena del interrogatorio que Irene y Benjamín le hacen a Isidoro
Gómez, donde la perspicacia de Irene sonsaca a Isidoro algo más que palabras…
Éste protagoniza otro momento de la película en el que tuve que contener
la respiración: la escena del ascensor… Sin palabras.
Tengo
que decir que no tuve inconveniente en identificar los diferentes cambios
temporales de la película, gracias a las caracterizaciones de los
protagonistas. Pasado y presente se entrelazan sin dar lugar a confusiones. Y
el presente es muy largo: “Han pasado veinticinco años!”, le reitera
Ricardo a Benjamín. De hecho, una de las claves de la película se encuentra en
las conversaciones entre Ricardo Morales y Benjamín Expósito. El primero
intentando vivir una vida vacía, el segundo anclado en una vida que no le
llena. Todo esto nos llevara a un final sorprendente y desgarrador,
pero totalmente justo. La muerte quizás no sea el peor castigo.