miércoles, 30 de marzo de 2016

Si alguna vez ves que me giro de repente, sin darte ninguna explicación y sin un motivo plausible, piensa que no será mi intención ignorarte. Alejarme será un daño colateral. Cojo la capa roja para cubrirme, me hago dos trenzas perfectas y pinto mis labios de un rojo intenso. No será para provocarte. Será por mi deseo de irme. Será porque el tiempo es demasiado valioso para permitir que se escape por la alcantarilla. Quiero saltar y volar. Cada vez más alto. El suelo elástico me impulsa para llegar más lejos cada vez. Para flotar de pronto sobre las nubes. Qué vida tan deliciosa estar en el cielo. Sobrepasar los horizontes para verlos desde arriba.

Ilustración de Tamara Martínez

Vísteme de carmín.
Inunda mi cuerpo de lunares cremosos.
Salpicaduras desiguales en la piel prohibida.
La humedad emerge.
El anhelo
flota hasta volverse incandescente.

Ilustración de Tamara Martínez

Mundo de gigantes

Me siento como si traspasara la línea. Primero sentí el calor de la cercanía y ahora la distancia que nos separa va en aumento. Es inequívoco el sabor de hielo en tus labios. Y siento que menguo hasta ser insignificante. Me siento nada en este mundo de gigantes.

Ilustración de Tamara Martínez

martes, 29 de marzo de 2016

Soy mi dueña


Aquí estoy. Sentada ante la pantalla y tecleando algo que borraré muy pronto mientras las ventanas, abiertas de par en par, dejan entrar el aire impaciente. Una corriente que es casi viento. Los papeles que tengo a mi alrededor quieren alzar un vuelo imaginario para escapar de su estático quehacer. Son velas bailando al ritmo del viento. Y yo creo estar en un navío y también bailo de popa a proa y me empapo del cielo azul que acaricia mis pestañas. Soy mi dueña. Viajo sin saber hacia dónde me dirijo. Ni si escapo o regreso a algún lugar del que me fui. No hay timón que dirija el rumbo. Nada de lo que depender y nada a lo que aferrarme. Toda esta incertidumbre es vida. Lo contrario, la muerte, no deja de ser una forma de quietud.

La luz metálica bosqueja suavemente la línea de flotación. El mar juega al escapismo en el casco del navío y yo juego a las adivinanzas. Soy mi dueña y me dejo llevar. He perdido el norte y no necesito encontrarlo.


lunes, 14 de marzo de 2016