lunes, 30 de julio de 2012

Ve hacia la luz.


   
   
- Dicen que vaya hacia la luz.
- ¿Por qué tienes miedo a la oscuridad?
- Porque mi corazón me lo dice.
- La oscuridad no tiene nada malo, es tu mente la que te hace temer.
- No pienso en ello e igualmente tengo miedo.
- Porque te acostumbraste a tener miedo. Te acostumbraste a creer que la luz era lo mejor. Eres inocente...
- Prefiero vivir en la ignorancia y ser feliz bajo la luz, que arriesgarme a no saber vivir a oscuras.
- La vida entonces pierde sentido. Te pierdes las sorpresas.
- Me arriesgaré.
- Ve hacia la luz entonces...

(Texto de Jorge Oliveira)


   
      Mucho han cambiado en las últimas décadas algunos de los conceptos que creíamos universales. Verdades intocables y únicamente válidas. Atrás quedó el término familia como lo conocíamos. Antes uno más uno sumaban dos y, a partir de ahí, la famila comenzaba a crecer. Era lo lógico, lo socialmente aceptado. Sin embargo, también existen impares, por voluntad propia o no. Cada vez son más las mujeres que deciden ser madres sin contar con una figura paterna. Y esta determinación, estemos de acuerdo o no, es totalmente válida. Nada que rompa los esquemas tradicionales le provocará una infancia traumática a un niño que, aprendiendo de lo que "ve" en casa, adquiera los valores morales correctos para su desarrollo. Los niños absorben como esponjas todo lo que perciben de sus progenitores. Y es ahí donde debe haber especial cuidado: en la base de la educación, y no en el hecho de que su estructura familiar sea lo que está socialmente establecido.
El mundo es un abanico de inmensas posibilidades y tenemos el privilegio de poder elegir. Y aún en ese caso, sabiendo que no todo es blanco o negro, que cada vez existen más grises entre ambos extremos, me pregunto, ¿por qué tenemos miedo a la oscuridad? Algún valiente respondería con una negativa inmediata. Porque siempre hay excepciones, cada vez más. Desde niños hemos asociado ciertos términos como luz u oscuridad a conceptos que aparentemente nada tendrían que ver. La luz nos transmite optimismo o pureza; mientras que la oscuridad, aquello que parece disfrazar lo real, nos produce sensación de desconfianza y temor, hasta su representación más contundente: la muerte. Son muchos los ámbitos que han contribuido a que conceptos tan antagónicos adquieran tales significados. La literatura del barroco o del romanticismo tardío refleja una actitud pesimista ante la vida, a través de textos en los que se recrean escenas nocturnas y sombrías. Hasta hoy. ¿Cuántas veces habremos oído la frase "Existe luz al final del túnel”?
Sin duda, las manifestaciones del ser humano que más han acentuado la importancia de la simbología, han sido de tipo religioso. Son muchas las doctrinas y muy diferentes los significados que cada una de ellas aplica a conceptos comunes, como la muerte, que no siempre aboca en el fin de la vida. Es numeroso el legado que, a través del arte o la arquitectura, nos han ido dejando las civilizaciones pasadas de su cultura religiosa y su postura ante la muerte. En la antigüedad, los egipcios no solo creían en la vida más allá de la muerte, sino que preparaban al difunto para su nuevo viaje introduciendo en la tumba sus pertenencias. O religiones como el budismo o hinduismo, que creen en la reencarnación, aunque con diferentes puntos de vista.
La religión católica, mayoritaria en nuestro país, comparte la creencia de que la muerte no es el final, sino al contrario. Y a pesar de ello, es curiosa la postura de un cristiano ante la pérdida de un ser querido. De nada sirve pensar en que el alma del difunto pasará a un estadio mejor. Es un momento de dolor y la fe queda relegada a un segundo plano. No ocurre así en otros cultos religiosos, en los que el ritual del difunto se convierte en una fiesta en la que no hay cabida para las lágrimas. Son religiones en las que sus doctrinas son llevadas a rajatabla.
De lo que no hay duda es de que la religión católica, con la que convivimos a diario a pesar de no compartir sus creencias, ha tenido un peso fundamental en nuestro modo de pensar y en nuestra sociedad. La idea general de familia y muchas posturas que mostramos ante la vida en general, vienen ligadas a ella. Cada uno de nosotros formamos una sociedad heterogénea en continuo aumento, en la que ya no somos un rebaño guiado por el pastor. Quizás gracias a ello nos desmarquemos de pensamientos generalizados o simplemente nos hemos vuelto más escépticos. Sea como sea, unos deciden avanzar hacia la luz y otros quedarse a la sombra. Puede que tampoco se esté tan mal.