sábado, 18 de agosto de 2012

Sin pasado

La curiosidad mató al gato. Eso dicen. Aunque allí estaba, de espaldas a mí e ignorando su propio pasado. Mientras tanto, yo poseía la llave de la memoria, de la suya también. Sin tener la mínima sospecha de la enorme carga que tenía detrás suya,  sorbía un café casi frío, observando una calle repleta de gente a través de la ventana. Distraída en tan vago entretenimiento, apenas se interesaba por un mundo que no paraba de dar vueltas a su alrededor.
Me asaltaron recuerdos que habían permanecido semienterrados durante mucho tiempo, frases sueltas pero contundentes, imágenes borrosas... Hace años todo habría sido un sinsentido: un revoltijo de personas y situaciones sin relación aparente, de rumores poco creíbles. Hoy todo cobra sentido. Y hoy era precisamente el día.
Estaba realmente hermosa. De vez en cuanto se giraba para curiosear lo que sucedía en el exterior o para lanzar una mirada al vacío. Sonreía a la nada y era entonces cuando la luz que penetraba a través del cristal la acariciaba con delicadeza. No había presenciado un momento tan bello en toda mi vida.
Un martes cualquiera me decidí a escribirle explicándole "todo". Un sobre sin remitente llegó a sus manos convirtiendo un todo en demasiado. Porque descubrir un buen día que tu vida es una farsa, que tus padres únicamente representan un papel disfrazando la realidad, te sacude como si fueses un trapo viejo hasta quedarte helada. La verdad en esta ocasión tiene un precio extremadamente alto. Y hasta el momento en el que las palabras se agolpan en un trozo de papel haciéndote partícipe de una historia para tí desconocida, hasta el momento en el que llegas a dudar de tu propia existencia, lees incrédula unas frases que se van clavando en el pecho lentamente. Empiezan las dudas, el interés por ir más allá, las preguntas, el final que es el principio... La verdad no puede ocultarse eternamente.
Ignoro si ellos conocían la verdad o simplemente han sido cómplices de la mentira, si habían llevado a cabo la adopción en condiciones legales y eran otros los impostores, si sabían que dos hermanas habían sido separadas sin piedad alguna. Tampoco quiero averiguarlo, porque todo lo que hasta ahora daba sentido a mi vida acabaría congelándose por completo, incluida yo misma. Hasta hacerme inmune.
Habían pasado meses desde que yo recibiese una carta similar. Y ese martes cualquiera creí necesario escribirle. Solo a veces la ignorancia nos hace felices. Pero ella merecía saber de mi existencia: me tenía a mi. Una niña robada más... un alma robada porque nadie le devolverá una vida que le pertenecía: la auténtica.

Me levanté por fin. No existía músculo en mi cuerpo que permaneciese inmóvil. Lentamente me acerqué a ella. Miles de veces imaginando un instante y ahora pasaría al recuerdo, a ese baúl de la memoria. Apoyé tímidamente mi mano en su hombro, temerosa de que aquel contacto físico quebrase el momento en pedazos... Se volvió para dedicarme una sonrisa. Era la primera vez que me miraba a los ojos. Hoy por fin todo cobra sentido. Y hoy era precisamente el día.



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