martes, 8 de febrero de 2011

Más allá de la vida

Tomando una café con una buena amiga, conversábamos sobre temas de mente y espíritu, y llegamos a la misma conclusión “la energía no se destruye, sólo se transforma”. Pero esto no es más que una afirmación apoyada por la ciencia misma. ¿Será aplicable a nuestra propia energía, al motor que hace rodar todas nuestras emociones, sentimientos y nuestro comportamiento en general? Hace unos días me fui a ver la última de Clint Eastwood, Más allá de la vida. No miento si digo que si fuera de otro director, no hubiera ido a verla. Ya que el tema en sí me deja muy mal cuerpo. Pero como Clint es un director con los pies en la tierra, allá me fui. No me decepcionó en absoluto. En ningún momento la película, tratando un tema de índole paranormal, me hizo pasar miedo. Porque esa no es su intención, sino la de exponer un mensaje esperanzador exprimiendo lo bueno de la muerte –si es que lo hay- y no la mera despedida.

Algo nos espera al final del túnel?
       
La comunicación con el más allá roza la necesidad en muchos casos, es la única vía que existe para poder llegar al ser querido, y está comunicación es posible gracias a George Lonegan (Matt Damon). No creo que exista nadie que no se haya cuestionado su existencia, al menos una vez en su vida. Y es que es de curiosidad mundial. Si nadie se ha preguntado nunca ¿hay algo después de la muerte? que tire la primera piedra. Aquí nos adentramos en terreno delicado, que es el qué dirán. Marie Lelay (Cécile de France) es una mujer que ha tocado la cima profesional, es conocida mediáticamente y goza de una relación de pareja envidiable. Pero debido al tsunami de Indonesia, que sufre en sus propias carnes, su vida se encuentra con el otro lado. Roza la muerte: la palpa, la toca hasta hacerse visible. Este hecho marca un antes y un después en su vida, hasta el punto de darle más de un quebradero de cabeza. Su decisión: creer. Y aquí viene la parte crítica de la película, ya que esta decisión de Marie no es aceptada por la sociedad que le rodea, ni siquiera por su entorno más inmediato. No es políticamente correcto. Y esta crítica como telón de fondo hace cuestionar el por qué decantarnos por una postura u otra tenga tales consecuencias.
He leído duras críticas que se han realizado sobre esta película, lo cual respeto. Nunca llueve al gusto de todos. Pero también pienso que muchas de ellas son motivadas por su temática, acostumbrados a temas terrenales por parte del director. Pues bien, una película es lo que es, y en ellas el que la realiza puede liberar su creatividad hasta puntos insospechados, utilizando realidad o ficción a su antojo.
Como ya he dicho líneas atrás, el hilo argumental de esta película es poco frecuente en Eastwood. A sus ochenta años, ¿será que él mismo quien se hace esas mismas preguntas? Es una reflexión que probablemente ha tenido. A lo largo de nuestra vida, cada etapa nos saca una parte de nosotros mismos, muy diferente según el momento que estemos viviendo. Y conforme la vida se apaga, es de suponer que nuestras inquietudes, nuestras preguntas, pasen a ser otras.  
A pesar de este peso emocional, algo ha faltado para poner el broche final. Una película en la que muerte y vida se entrelazan, sentimientos conocidos y algunos por conocer… la película se queda corta en emotividad. Esperas un momento de clímax que no llega y es lo propio: el argumento así lo pide. Así que en ciertos momentos uno se queda con las ganas de más, que es quizás lo esperado desde un principio.
En cuanto a los protagonistas he de decir que su interpretación es brillante. Aun tengo en la retina esos primeros planos de Matt Damon o de Cécile de France. Sus expresiones, sus miradas son puro guión. La fotografía es además perfecta, me quedo con un momento en el que el George conversa con el niño, buscando respuestas. Existe en esa escena un juego de luz y de sombras que añade teatralidad al momento. Y a pesar de la acción lenta, con apenas momentos de dinamismo -muy propio de las películas de Clint- la trama no deja de mantener nuestra atención pendiente de lo que suceda. Y es que Clint no es novato y sabe cómo hacerlo. Muy sutilmente deja caer una imagen, un pequeño indicio que apenas se ve y ya imaginas que algo va a pasar en ese preciso instante.

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