martes, 2 de diciembre de 2014

Reminiscencias

Unos ojos azules se borran bajo el agua.
Se cierran, muy despacio.
Al tiempo se tapia la existencia.
Recuerdos
todavía húmedos de puro hirientes
ondean en un horizonte estropeado.
Y no hay lágrimas suficientes.

Que la vida es un ciclo
nunca se asume.
Se apaga y punto.
Resignados quedamos
al pensar
que no sucedió con disimulo.
Sus gestos reviven por todas partes.
Sus silencios se esconden
bajo capas de frío y calma.

Hay una piel suave y transparente.
La siento.
Su olor se va olvidando a sí mismo.
Ya no habita.
Ha dejado huérfana
una habitación que hoy respira sin oxígeno.

Mi cuerpo se eriza
rebuscando en la memoria.
¡Que se lleven los sinsentidos absurdos!
¡Que se lleven un alma que rebosa de pensamientos inútiles!

Pero déjenla a ella.
Aunque su recuerdo nade en medio
de un mar mudo y desierto.
Ella es eterna.
Tiene que serlo.

Cuántas veces mi mano se alarga.
Cuántas veces
el impulso
de querer impedir lo que está escrito.
Ingenua, intento sin ánimo,
esconder su nombre
bajo una alfombra de arena
que se mece bajo el viento.

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