martes, 18 de noviembre de 2014

Ingenuidad

Bebí de la botella equivocada
un sinfín de besos contenidos.
Besé la piel de la serpiente,
la atracción de un enigma envenenado.

Exploré tu piel con guantes de lana
y engullimos a bocados el aire viciado.
Hasta atragantarnos
de pasiones limitadas.
De fondo,
los anocheceres censurados
se inquietan
en busca de respuestas sinceras.

De tus mil bocas,
un sabor agrio me cautiva.
Un envase prestado
a caballo entre dos mundos igual de ciegos.

Los hechizos funcionan solo a medias.
Y despertar tras el coma
solo deja
inútiles evidencias.
Bochornos que no se explican,
palabras
que no se tienen en cuenta.
Mis articulaciones ya no encajan.
No hay movimientos visibles.
Solo el pulso leve.

Una lasitud se establece
con una etiqueta que dice:
la inocencia es antigua
aunque pasen los años.


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