lunes, 9 de septiembre de 2013

Jugando con fuego

Caía un aguacero tremendo cuando salí del taxi. Sin paraguas, corrí a refugiarme bajo la cornisa de la clínica Villamil, un edificio moderno vestido de piedra antigua. Cinco minutos tardó el tiempo en conducirme al cataclismo. Él apareció de entré los pocos valientes que desafiaban al cielo. Por primera vez, nuestras miradas se encontraron. Permanecí inmóvil: creo que mi corazón dejó de latir un instante. Una chispa saltó entre nosotros y en seguida supe que se convertiría en llama. Porque sí, estaba jugando con fuego. Y lo sabía. Él había escogido esconderse en una vida paralela. Lejos de antiguas promesas y llena de palabras vacías. Yo lo sabía y, a pesar de todo, le di mi mano cuando me tendió la suya, sabiendo que aquello significaría mucho más que un simple contacto físico. Lo que vino después fue un beso breve pero intenso, del dulce sabor que únicamente tienen los primeros. Había firmado mi sentencia pero tenía muy claro lo que estaba haciendo: jugar con fuego. Y no tuve ninguna duda en desear quemarme. 


Microrrelato para "Los pájaros de mi cabeza", espacio que comparto con la ilustradora Lil Abi en el que se entremezclan arte y literatura. Se ha publicado además en el espacio croadores de "Croa magazine"

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