martes, 10 de septiembre de 2013

Sin peso en la maleta

Rebusqué en el cajón de la cómoda y allí estaba. Sabía que tarde o temprano encontraría alguna prueba y aquella instantánea confirmaba todas mis sospechas. Un nudo en el estómago apareció bruscamente. Tan desmesurada fue su fuerza que la cuerda ascendió de forma imparable hasta llegar al cuello, reinventándose a sí misma hasta convertirse en soga. Incapaz de respirar, frené cualquier lágrima y, lejos de compadecerme a mí misma, la furia y la desconfianza tomaron cartas en el asunto. Quizás demasiadas sensaciones para poder digerir en un mismo segundo. ¿Qué hacer entonces? Una fotografía reciente, no había dudas. Me debatía entre el silencio, la huida furtiva sin retorno; y la disputa con reproches, rebosante de preguntas cuya respuesta sabía de sobra. Coger la maleta era fácil. Pero saber qué llevarme dentro era otra historia. Porque sabía que lo más pesado vendría conmigo. Estaba segura (sin equívocos). 
Me miré al espejo con el propósito de comprenderme, intentando percibir alguna emoción en mis ojos que me hiciese elegir la mejor opción posible. No sé cuanto tiempo permanecí así, teniendo como reflejo un espectro de mí misma. El reloj había determinado un destino sin dejarme retroceder, prohibiendo cualquier cambio. Al mismo tiempo, mis sentimientos permanecían volátiles en lucha continua. Los veía flotando incapaz de capturar alguno de ellos. Debería echar a correr y dejarlos ahí, sin dueño, sin cuerpo en el que alojarse. Evitaría así llevar tan pesada carga en la maleta.


Microrrelato para "Los pájaros de mi cabeza", espacio que comparto con la ilustradora Lil Abi en el que se entremezclan arte y literatura. 

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