martes, 10 de septiembre de 2013

Sueños

Se acabaron las pesadillas al fin. Supongo que tú has tenido algo que ver. Ya no existen las noches en las que temía dormirme. Apagar la luz y cerrar los ojos. Un hábito tan insulso que a mí, en cambio, me sumía en un terror cotidiano. Por eso nunca me dormía a oscuras. Y, a pesar de todo, ni siquiera era suficiente. Primero los ruidos y, casi inmediatamente, las voces. Cuando mi cuerpo sucumbía al cansancio, cuando los párpados inevitablemente eran incapaces de soportar su propio peso, salían a escena los dueños de mi alma, los artífices de lo oscuro, hasta el despertar, que se producía siempre con un grito, ahogado, estremecedor. Llegaste tú, y ahora solo hay luz mientras duermo, sin necesidad de pulsar ningún interruptor. No hay miedo a la oscuridad. No hay temor a lo desconocido. Oigo tu respiración pausada y me reconforta. Pase lo que pase durante la noche, sé que estarás a mi lado, y no solamente en sueños. 


Microrrelato para "Los pájaros de mi cabeza", espacio que comparto con la ilustradora Lil Abi en el que se entremezclan arte y literatura. 

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